sábado, 7 de junio de 2008

Podemos empezar de nueva cuenta

Abro la edición española de Letras Libres y advierto en mi reseña de la nueva traducción de Botchan un par de alteraciones insensatas.(1) Nada importante, pero está visto que no puedo publicar en esa revista sin que me corrijan. Cuando lo hagan bien lo agradeceré cumplidamente. Ahora me habría encantado que, donde digo que cada una de las tres versiones españolas del libro "se aparta en distinta medida del original", me hubieran sugerido decir más bien que cada una "se aproxima de distinto modo al original".
           Así, por ejemplo, se aproxima al incipit del libro la versión de José Pazó últimamente publicada por la Editorial Impedimenta, de Madrid y que, como digo en mi reseña, me ha sido la de más grata lectura:

Desde niño, he tenido una impulsividad innata que me viene de familia y que no ha hecho más que crearme problemas. Una vez, en la escuela primaria, salté desde la ventana de un primer piso y no pude andar durante una semana. Habrá quien se pregunte por qué hice semejante tontería. Pero la verdad es que no hubo ninguna razón especial. Simplemente estaba un día asomado a una de las ventanas del nuevo edificio de la escuela, cuando uno de mis compañeros de clase comenzó a meterse conmigo diciéndome que, por mucho que me hiciera el gallito, en realidad no era más que un cobarde y que no sería capaz de saltar. El bedel tuvo que llevarme esa misma noche a cuestas a mi casa. Cuando mi padre me vio, se enfadó muchísimo y me dijo que no podía comprender cómo alguien se podía quedar sin caminar simplemente por haber saltado desde la ventana de un primer piso. Le respondí que la siguiente vez que saltara no me volvería a ocurrir.
           Otro día estaba yo jugando con el reflejo que el sol producía en la hoja de una bonita navaja importada que uno de mis parientes me había regalado, cuando uno de mis amigos exclamó:
           —Brillar, brillará mucho. Pero seguro que no corta nada.
           —¿Que no? —le respondí yo—. Mi navaja puede cortar cualquier cosa.
           —¿A que no puede cortar uno de tus dedos? —me desafió.

Lo que se ve en la pantalla es el mismo fragmento, y la voz que lo lee, la de Junko Nishima. El libro puede pedirse aquí.

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(1) Primero se me hace decir que el protagonista “se procura con la mínima herencia que le dispensan al primogénito unos estudios”, cuando escribí que lo hace “con la mínima herencia que le dispensa el primogénito” (Botchan no es el primogénito y por tanto no recibe la herencia de sus padres, sino de su hermano). Más adelante se cambia sin razón un “corre parejas” —expresión hecha de viejísimo cuño— por “corre pareja”, que no tiene gracia.

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