sábado, 21 de julio de 2007

El avión de Aguilar

El poeta Jorge Carrera Andrade, diplomático de carrera, fue Cónsul General del Ecuador en Yokohama a fines de los treinta. Cuenta en un interesantísimo capítulo sobre sus Tres años en el Japón de su autobiografía El volcán y el colibrí (Editorial José M. Cajica Jr. S.A., México, 1970):

«La vida social en Tokio era intensa en esos días. No sólo nos invitaban las autoridades imperiales y los Cónsules latinoamericanos sino también los Embajadores de Francia, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile, México. Este último, el general Aguilar, era una personalidad rebosante de ingenio, buen humor y simpatía. Todos sus actos llevaban la marca de la franqueza y la lealtad a sus ideas. “Yo fui uno de los Dorados de Pancho Villa” solía decir para manifestar que no se arredraba ante nada. Cuando circuló en Tokio la noticia de que Madrid estaba en vísperas de caer en manos de los rebeldes y de que corría peligro la República, el general mexicano fue en busca de su avión particular, en el aeródromo de la capital japonesa, y alzó vuelo anunciando que iba en socorro de los republicanos españoles. Pero el avión no respondió al entusiasmo de su piloto y no pudo elevarse lo suficiente, cayendo a pocos pasos de la pista. El general Aguilar sacó de la aventura la nariz rota y algunas contusiones, salvando su vida por milagro.»

El Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México y las Biografías de políticos mexicanos 1935-1985 de Roderic Ai Camp dicen que Francisco Javier Aguilar González era hidalguense (Ixmiquilpan, 1895; México, D. F., 1972) y en cambio el Diccionario biográfico revolucionario de Francisco Naranjo y el Diccionario biográfico de Nuevo León de Israel Cavazos lo dan por regiomontano y nacido en 1893. Ninguna de esas fuentes recuerda que haya formado filas entre los dorados de Villa, pero sí que era primo hermano de Francisco I. Madero. Llaman la atención el avión particular (¿desde cuándo lo tendría?; ¿dónde lo compró?; ¿lo llevó desde México?) y la independencia del tan arrojado cuanto precipitado propietario y piloto, que cumplió sin embargo muchos encargos diplomáticos luego del de China y Japón (donde no fue Embajador, sino Ministro), pues Francia, Portugal, Suecia, China, Brasil y Argentina lo recibieron como Embajador.

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